No hay que tener miedo; no hay ningún motivo
para tenerlo si recordamos que la muerte no existe.
En lugar de tener miedo, conozcámonos a
nosotros mismos y consideremos la vida un desafío en el cual las decisiones más difíciles
son las que más nos exigen, las que nos harán actuar con rectitud y nos aportarán las fuerzas y el conocimiento
de El, el Ser Supremo.
El mejor regalo que nos ha hecho Dios es el libre albedrío, la
libertad. Las casualidades no existen; todo lo que nos ocurre en la vida ocurre
por un motivo positivo.
Si cubriéramos los desfiladeros para protegerlos de los vendavales, jamás veríamos la belleza de sus
formas.
Cuando estoy en la transición de este mundo al
otro, sé que el cielo o el infierno están determinados por la forma como vivimos la vida
en el presente.
La única finalidad de la vida es crecer.
La lección última es aprender a amar y a
ser amados incondicionalmente. En la Tierra hay millones de personas que se están muriendo de
hambre; hay millones de personas que no tienen un techo para cobijarse; hay millones de enfermos
de sida; hay millones de personas que sufren
maltratos y abusos; hay millones que padecen
discapacidades.
Cada día hay una persona más que clama pidiendo comprensión y compasión.
Escuche
esas llamadas, óigalas como si fueran una hermosa música. Le aseguro que las mayores
satisfacciones en la vida provienen de abrir el corazón a las personas necesitadas.
La mayor felicidad
consiste en ayudar a los demás.
Realmente creo que mi verdad es una verdad
universal que está por encima de cualquier religión, situación económica, raza o color, y
que la compartimos todos en la experiencia normal de la vida.
Todas las personas procedemos de la misma fuente
y regresamos a esa misma fuente.
Todos hemos de aprender a amar y a ser amados
incondicionalmente.
Todas las penurias que se sufren en la vida,
todas las tribulaciones y pesadillas, todas las cosas que podríamos considerar castigos de Dios,
son en realidad regalos.
Son la oportunidad para crecer, que es la única finalidad de la vida.
No se puede sanar al mundo sin sanarse primero a
sí mismo.
Si estamos dispuestos para las experiencias
espirituales y no tenemos miedo, las tendremos, sin necesidad de un gurú o un maestro que nos
diga cómo hacerlo.
Cuando nacimos de la fuente a la que yo llamo
Dios, fuimos dotados de una faceta de la divinidad; eso es lo que nos da el conocimiento
de nuestra inmortalidad.
Debemos vivir hasta morir.
Nadie muere solo.
Todos somos amados con un amor que trasciende la
comprensión.
Todos somos bendecidos y guiados.
Es importante
que hagamos solamente aquello que nos gusta hacer.* Podemos ser pobres, podemos pasar
hambre, podemos vivir en una casa destartalada, pero vamos a vivir plenamente.
Y al final de
nuestros días vamos a bendecir nuestra vida porque
hemos hecho lo que vinimos a hacer.
La lección más difícil de aprender es el amor
incondicional.
Morir no es algo que haya que temer; puede ser
la experiencia más maravillosa de la vida.
Todo depende de cómo hemos vivido.
La muerte es sólo una transición de esta vida a
otra existencia en la cual ya no hay dolor ni angustias.
Todo es soportable cuando hay amor.
Mi deseo es que usted trate de dar más amor a
más personas.
Lo único que vive eternamente es el amor.
La Rueda de la Vida
Elisabeth Kubler Ross
*no sería mejor amar aquello que nos toca hacer?
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